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domingo, 12 de mayo de 2013

Club Ciclista El Álamo casi al completo.

 
 Muy bien pensado el reunir al Club en un día de hermanamiento y realizar conjuntamente la ruta de este Domingo.
 Masivo el encuentro e incluso casi al completo, pues los socios que faltaban, realizaban carreras en otros puntos geográficos de nuestra Comunidad, representándonos con su presencia en el evento y luciendo nuestros colores a tal efecto, y los que se están preparando para el Soplao, subían por los puertos de Navacerrada, Canencia y Morcuera, casi ná...
 También se han unido a nuestra cita, invitad@s traídos por algunos de los compañeros, con los que con mucho gusto, hemos compartido los Km de hoy.

 
 

 Hasta 68 ruedas de todas las formas y tipo de rodadura han pisado los caminos, que eso equivale a 34 jinetes cabalgando sobre sus bicis, llenando y ocupando el ancho de la vía por donde circulábamos, todo un espectáculo visual cuando el pelotón iba estirado y se divisaba desde perspectivas lejanas.
 El circuito recorrido ha tenido un poco de todo pero, con cotas muy bajas de dificultad, muy asequibles para todos, por que hoy de lo que se trataba era el compartir el tiempo y conocernos ambos grupos A y B, un poco mejor. La verdad que ha sido todo un acierto.

 Chascarrillos de ruta y demás contiendas para contar, han protagonizado la marcha desde el principio al final, salvo en algún repecho, que el silencio reinaba, mientras duraba la breve pero intensa subida. 
 Uno de los tramos más divertidos y de más vistosidad, ha sido el paso por el Arroyo de las Juntas, que tras un largo descenso cuyo final acababa en curva a la derecha, frenaba en seco a todos los integrantes de esta nueva expedición, y entre, ¡yo lo paso de un tirón!, ¡por la derecha cubre menos!, ¡cuidado con las ramas!, ¡hay mucha arena por la izquierda!... etc., etc... nos ha entretenido un rato disfrutando de los ingenios personales de cada un@ para superar la dificultad hidráulica.



 

 
Después de este húmedo y fresco paso del arroyo, en Villamanta, se hizo la parada y avituallamiento para la reagrupación, descansando los que el esfuerzo les llevaba un poco forzados (creo que nadie) y solucionando algún pinchazo de esos de ultima hora, para afrontar la larga subida hasta Navalcarnero y posteriormente, dar rienda suelta en el Camino de Manzolo, para que esprintasen los más valientes los 6 Km, que nos adentraría en El Álamo.
 
 Todo un autentico placer y muy satisfechos de este día, donde, no me canso de decirlo, este es un Gran Club.
 Nuestro amigo Antonio, tiene los refrescos más frescos de la comarca... (eso también).
 
 Gracias a todas y todos por participar. Otro día más. Un abrazo, JJ.
 
                                                              Fotos y un vídeo, aquí.


Una nocturna.


 No hay tregua, si alguien quiere salir a montar en bici y no quiere ir solo, lo dice y seguro que siempre hay alguien que le quiere acompañar.

 En esta ocasión ha sido, salir por la noche a "no ver" los caminos, claro que para eso teníamos preparadas las mejores galas iluminarias y creíamos que en las mejores condiciones.


Todo listo y... A rodar en la noche, una docena de biker partiendo de la plaza para un recorrido por el ancho y oscuro Camino de Madrid.
 Al principio todo genial, como hay luces de farolas, nuestros" intensos" focos son suficiente para ver por donde circulamos, pero al ser tragados por la negra noche de estos campos Alameños, un cosquilleo en la parte trasera del cuello nos hace bajar el ritmo de pedaleo, este cosquilleo no es más que el aleteo al viento de las pestañas de nuestros propios párpados superiores, que nos azotan la colleja, debido a la máxima apertura de ojos para poder ver por donde pisamos. (ha sido una hipérbole). (No he tenido en mi vida, los ojos más abiertos). Jejeje.

Todos creíamos que nuestras luces eran suficientes para alumbrarnos, pero no, eran de lo más justito y eso sin meternos por zonas sinuosas. Pero... por fortuna para nuestros esforzados sentidos oculares, tenemos la gran solución, nuestro querido Juan Carlos Rosell, nos sorprendió a todos con un potentísimo foco, que hacía de la noche, una ligera sombra. Gracias a este despilfarro de claridad y  perfecta visión de los terrenos hubo momentos que se circulaba a velocidades, como si fuesen las 11 de la mañana.


Todos juntos llegamos hasta el Puente de Hierro, con la seguridad que da llevar buena iluminaria, (la de otros) rodando con confianza por cualquier tramo. Cuando Juan Carlos bajaba a la parte trasera, el haz luminoso rea tan potente, que el solo bastaba para  guiar al grupo y aun sobraba espacio luminoso para ver con claridad las dos cunetas del camino. Menudo invento llevar semejante foco.


  Desde el Puente de Hierro pusimos rumbo a Navalcarnero por el Camino de la Dehesa atravesando el pinar y cruzando la ciudad de para dar un rodeo y sentir la frescura de la noche, que estaba acurrucada en esa zona Norte de la carretera de circunvalación de la N-V, a la de Villamanta.

 Fue en este tramo de ligera subida cuando un apretón y tensar de cadena, partió al grupo en dos, despistando por momentos a los que viajaban por la parte de atrás, dando lugar al uso de las telefonías móviles, para orientar y poder seguir la ruta del resto de compañeros.

 El Camino de Manzolo nos llevó hasta casa, después de unos 30 y tantos Km por los negros caminos de nuestra comarca. Como las horas rozaban ya la madrugada, el  pueblo estaba sumido en el más absoluto silencio y todo cerrado estaba, acercándonos a la cooperativa que a esas horas, mantenía abierto y nos acogió con mucho agrado para recuperar las sales perdidas.

 Una jornada de lo más pintoresco por las horas de ciclado y la buena armonía de todos para con todos. Esto hay que repetirlo. (ya con mejor equipación lumínica).